La familia es leal a la receta que la madre de Damiana preparaba en el pueblo de Piaxtla, en el estado mexicano de Puebla, con chiles pasilla y mulato, y que resulta en una masa pastosa y oscura que deja un sabor picante y dulce al mismo tiempo en la boca.
«Nos aseguramos que siempre sea la misma receta», dice Cándida Fuentes, de 60 años e hija de Damiana. «La gente a veces ha notado si sabía diferente y nos dicen ‘¿qué pasó? Le faltaba tal ingrediente'».
La familia empieza con la ardua tarea de desvenar el chile y molerlo en un gran molino rudimentario que compraron en Puebla. Éste, como su mole, es casi único: si se estropea nadie en Nueva York podría arreglarlo y tendrían que comprar otro en su estado natal.
Llamaron al mole «La Asunción», en honor a la Virgen de la Asunción, la virgen patrona de Piaxtla y ahora los hombres de la familia las ayudan. Dos nietos de Damiana mezclan la pesada masa en las cazuelas, el esposo de Sally y un biznieto de Bravo distribuyen el mole en su camión por la costa este.
El mole se empaca en estos recipientes de plástico. Foto: AP