La resaca que nos deja Trump

Por Andrés Mauro Campuzano

Marquina homovidens@outlook.com @andrescampuzano

Ya lo advertía Michael Rosenblum al afirmar meses antes de la elección en Estados Unidos de Norteamérica, que el millonario y protagonista de realityshows Donald Trump iba a ser electo. Cimentaba sus afirmaciones en lo que una gran mayoría de politólogos y medios de comunicación del vecino país no habían detectado, un porcentaje nada despreciable de ciudadanos la estaba pasando muy mal. Su vida contrastaba con las buenas noticias y el optimismo que tanto decantaba Barack Obama. Ese sector de la población que el gobierno relegaba veía la elección la posibilidad de que con su voto demostrarle el error en el que vivía Obama y sus asesores.

 

Por eso el presidente y su esposa Michelle emprendieron una campaña en favor de Clinton desmesurada, porque conocían los verdaderos indicadores de las encuestas. Trump despertó en ese electorado olvidado, pobre, ignorante, racista, las ganas de votar o como lo decían ellos “sacar al negro para poner de nuevo al blanco en la casa blanca”. El fracaso de Obamacare, el desfase con el que anunció la ley que respaldaba a inmigrantes también le restó credibilidad y fuerza pues se mostraba como una estrategia electoral. La mala administración de la crisis económica por parte del gabinete del presidente y su falta de liderazgo que incrementaba la incertidumbre en sus gobernados dieron al traste. La crisis económica fue el talón de Aquiles de Obama, su esfuerzo por vender una simulación antes de intentar conectar con personas con la hipoteca encima, tarjetas de crédito al límite, no escuchó los miedos y el desencanto de su pueblo. ¿Han visto esa genial película de Cantinflas en la que emula la ignorancia y prepotencia de la clase política, “Si yo fuera diputado”? Obama pudo haber sido actor y haber encarnado perfectamente algún personaje antagónico en ese largometraje.

El presidente Obama tenía uno de los mejores escritores de discursos, un joven y politólogo Jon Favreau, por eso el candidato y presidente eran un modelo perfecto para los medios de comunicación. El joven supo ver lo que aquejaba al pueblo norteamericano, el fatal error fue la burbuja en que se introdujeron el presidente y su equipo. No todo fueron errores, pero Obama intentaba quedar bien con el resto del mundo antes que implementar políticas públicas y programas que solucionaran los problemas. Por eso Trump encontró el caldo de cultivo con palabras anacrónicas, enfocando los problemas de la “basura blanca” por los indocumentados que les quitaban fuentes de trabajo, le abandonaron la mayoría de personalidades y operadores del partido republicano en plena campaña pero eso hace que la victoria de Trump se aún más legitima, no necesitó de una figura representativa de su partido, la imagen era él. ¿Recuerdan los insultos y memes que le propinaron al presidente Enrique Peña Nieto por haber recibido a Trump en los Pinos? Luis Videgaray tuvo que salir del gabinete, pero la información que tenía la mano derecha del presidente, el poder tras el trono, era la que se confirmó el día de la elección. Información privilegiada a la que acceden los políticos atípicos, imaginen que el presidente Peña Nieto se hubiera embarcado en un periplo de insultar a Trump, un jefe de Estado debe tener actitud, carácter y responsabilidad no puede ir pendejeando a otros presidentes por empatía mediática. Todos se fueron con la finta, los grandes medios de comunicación de ese país quisieron demostrar el músculo al apoyar abiertamente a Hilary Clinton, pero su “poder” quedó evidenciado. La lectura de la victoria de Trump es que en ese país las cosas ya no podían estar en una burbuja, tendrá que hacer cambios profundos en el corto plazo, muy corto. Antes que emprender un ataque contra los inmigrantes debe sanear la económica de su país, devolverle a esos ignorantes que le votaron un mejor nivel de vida, aunque con esa ignorancia es poco probable que una mejor economía los mejore.

Rosenblum sentenciaba: “Hilary Clinton es televisión de porquería, Trump es una grandiosa televisión ¿a quién creen que van a querer los estadounidenses los próximos 4 años? Y en efecto la televisión es la principal herramienta en la que se “educa” el pueblo vecino, una sociedad teledirigida irónicamente no tanto por los medios de comunicación sino por los programas de “realidad”. Una realidad que nos ha dejado una resaca, una cruda de que las cosas no iba mal, eran peor. Estamos frente a la real posibilidad de que nuestro vecino pierda el liderazgo mundial, su afrenta de erigirse como la policía del mundo y las crisis son oportunidades. México debe hacer negocios con Asia y Europa que le supongan cortar una malsana dependencia porque aquí tampoco las cosas van bien. Cuando la esposa de un expresidente y López Obrador -una persona que se desdice todos los días- son la opción para este país en el 2018 no queda más que agachar la cabeza o quemar las naves.