Por fin estrenó una de las películas más esperadas del año, pero ¿qué tanto nos convenció?.
El live-action de La bella y la bestia de Bill Condon funciona en cuanto se reconoce que es una experiencia ligada a otra, pues sirve para evocar la memoria de la versión animada de 1991 de Walt Disney Animation Pictures, pero no se trata comparaciones entre ambas versiones. La bella y la bestia de 1991 es un clásico intocable e inalcanzable. Lo bueno de esta nueva cinta es que nos da la oportunidad de sentarnos en una sala de cine y revivir el recuerdo de ese clásico animado, además de por supuesto disfrutar de sus maravillosas canciones.
El lado musical es el mayor acierto de la película, las nuevas grabaciones de las canciones originales son un deleite, aunque fueron regrabadas con nuevas voces y sufrieron algunas modificaciones, todas conservan su esencia original. Además las coreografías y escenarios que acompañan a cada uno de los números están llenos de vida y energía. A este magnífico repertorio se le añadieron tres nuevas canciones que, si bien no tienen la misma fuerza que las otras, tienen una melodía dulce y placentera.
El número musical de “Gastón” es de los más disfrutables, pues la química que tienen Luke Evans (Gastón) y Josh Gad (Lefou) en pantalla es destacable. Tristemente, la escena del baile de “La bella y la bestia” no destaca, se siente rígida, y su mayor problema es el uso evidente del CGI y del motion capture en la Bestia. En ocasiones es tan evidente que rompe esa burbuja mágica, que viniendo de Disney es un gran descuido y falla.
La animación y representación moderna de los personajes del castillo cuando son hechizados, parece extraña al pincipio, Lumiére, Din Don y la Sra. Potts, estos personajes que nos cautivaron en la cinta animada no lucen como lo esperábamos, pero rápidamente el carisma que tiene cada uno de ellos (gracias a los actores que están detrás de las voces, Ewan McGregor, Ian McKellen y Emma Thompson) termina por ganarse incluso a los más escépticos.
Luke Evans (Gaston) es el personaje mejor logrado por mucho: es natural y catutivador. Dan Stevens también es carismático como la Bestia, pero su interpretación es a veces opacada por el notorio uso del CGI, y esto dificulta notoriamente la química con Emma Watson como Bella. Esta última cumple con el papel, luce hermosa y cae bien, pero en términos actorales no llena los zapatos de la princesa Bella.
Se ha hablado mucho de las adiciones a la trama que no estaban en la versión animada, aquí Bella es una inventora que crea una lavadora, y la más reciente, la polémica que ha desatado la presencia del primer personaje gay en una película de Disney. Éstas añadiduras son bien intencionadas, pero se han sobrevalorado y sobrevendido sin necesidad entre el público.
Más que un remake, esta película es una recreación de la animada y, aunque haya momentos nuevos –como el pasado de la Bella y de la Bestia–, éstos no entorpecen la trama… aunque tampoco se sienten necesarios.
Lo más interesante será ver cómo responde el público que no conozca o haya olvidado ya la versión original.
Es una película nostálgica y bonita, con algunas fallas, pero nos hace recordar la magia que tienen todos esos clásicos de Disney.