Si lo que buscas es una tiempo de meditación y relajación, para alejarte del ruido cotidiana, lo ideal es adentrarte al bosque poblano e ir a la Ermita del Silencio. Tiene un jardín con vista hermosa al Popocatépetl, las habitaciones con ventanales que transmiten tranquilidad y se complementan con el sonido consecutivo de la fuente.
Este lugar de relajación fue construido en 1980 bajo influencia de arquitectura de monasterios franciscanos, y fue propuesta como lugar para preparaciones religiosas por el Fray Jeroni. Con el tiempo fue abierto para otras actividades filosóficas o espirituales.
El recinto está abierto a viajeros que busquen un encuentro con si mismos y si la ermita no está ocupada por un grupo de personas en retiro, los visitantes pueden quedarse a dormir por unas pocas noches aquí, siempre y cuando se sea respetuoso y el fin de la estancia sea la meditación.
Los que llegan a pie hasta aquí dicen que, con tan solo ver este santuario enclavado en la montaña del Parque Nacional Iztaccíhuatl-Popocatépetl, les llega una sensación de alegría y tranquilidad que pocas veces se experimenta.
Uno de los lugares más emblématicos del sitio es su capilla, influenciada por el Budismo Zen siendo el mejor espacio para la meditación, con bellas decoraciones, figuras de arcilla preciosas y los tradicionales zafus, cojines utilizados para la meditación.