A 25 minutos de Zacatlán de las manzanas se localiza este valle, que ofrece un imponente espectáculo de un conjunto de gigantescas formaciones rocosas, que miden en promedio 10 metros de altura, e incluso algunas que alcanzan los 20 metros, con posiciones inusuales, que a simple vista, parece mentira.
El valle completo abarca alrededor de 2,000 hectáreas, de las cuales 300 hectáreas son propiedad del gobierno municipal y son empleadas como parque ecoturístico, el resto del valle es propiedad de varios dueños particulares. En torno a estas colosales piedras surgen historias, hay una leyenda que dice que las rocas son en realidad gigantes cuya maldad fue castigada por un dios prehispánico que los convirtió en piedra.
Otra leyenda de los lugareños dice que hace bastante tiempo la diosa naturaleza rondaba por los valles buscando cosas que hacer, gracias a su carácter inquieto siempre encontraba algo nuevo con que divertirse, los hombres estaban acostumbrados a verla ir y venir, siempre que podían competían con ella en las labores. Un día la diosa creó un campo lleno de rocas encimadas y les dio forma con su cincel de viento y agua, luego dejó a la erosión de guardiana para que con el tiempo siempre estuviera cambiándoles las formas y así nunca sería aburrida su creación y siempre fuera nueva para quien la viese.
Y aunque las piedras estando unas sobre otras parezcan que están a punto de desplomarse, no hay de que preocuparse, pues llevan ahí millones de años, su inusual equilibrio niega la gravedad de la tierra, como si hubieran sido talladas o esculpidas por un gran artista.
Observar estos gigantes de piedra no es el único quehacer de aquí, también puedes montar a caballo y recorrer la inmensidad de la zona para encontrar una pequeña plaza gastronómica donde ofrecen tlacoyos de frijol y alberjón, nopales asados, carne a las brasas, barbacoa, mixiotes, caldos, etc. Aparte de poder practicar rappel y ciclismo.