Un cualquiera habría quedado igual de congelado. Eusebio Fosalba quedó pasmado. Subió las
escaleras de la casa de retiros y encontró a un alumno colgado de la soga donde se jala del badajo
para tocar la campana. Quedó helado. Yo me habría quedado impávida.
Después de una semana de retiro, ¿quién no? Es un sentimiento muy humano el dolor y atonta
tanto que no más quedamos fríos, helados. No sabemos qué hacer, como no lo supo el cura. Para
colmo, era como su hijo, el que no tuvo, al que convenció de ser sacerdote como él.
Así empieza la novela del escritor Joe Barcala: con un dolor incomprensible, una muerte
inesperada, un quiebre mental, psicosis pura, es su novela Lujuria en la Sotana. Sí, ya desde el
nombre es enfrentarse a una sacudida, un arranque disruptivo que no termina sino quinientas
páginas después.
Cerca, prosopográfico, es el encuentro con el corazón de todos estos personajes. Sabemos más de
ellos, que los mismos involucrados; conocemos sus deseos y los caminos que ni siquiera tomaron
porque la vida les llevó por otros rumbos, pero el narrador, ese dios ausente y presenta a la vez,
nos lleva a ver imágenes que no existen, a volver míticas las realidades.
Es una historia envolvente que enchina la piel. Sí, ya sé, todo es perfectible, todo podría haber sido
de otro modo, pero quedó de chupa dedos. Esta novela arranca suspiros, impone miedos y
remedia situaciones increíbles.
El escritor se voló la barda.
Juro que nunca pensé leer algo como esto. Una ficción que supera la realidad, se la come, la
engulle y pretende cambiarla. ¡Lo hará!
El Vaticano, representado por Luka Simmone, viene en busca de un litigio contra Eusebio y su
Congregación y en el peor de los momentos, cuando él acaba de conocer a Karla; cuando su amigo
Andrés, el seminarista, quiere con hombres; cuando el padre Horacio va a ser papá, cuando el cura
oaxaqueño Anselmo contrató prostitutas y el padre Fidencio, de Tabasco, fue descubierto por la
prensa con seis amantes al mismo tiempo.
Eusebio no pierde la cordura, aunque es propenso a la esquizofrenia. Con un temple de hierro, con
una mirada carismática, con un valor ejemplar, se atreve a contravenir todas las leyes físicas y
hasta las divinas, con tal de establecer un nuevo orden mundial a su iglesia, la católica.
Una novela que raya en la realidad, a diferencia de las que se asoman a la inverosimilitud, esta nos
lleva por citas reales, por noticias publicadas en la prensa de nuestro mundo, invadiendo la esfera
que sólo nos compete a los humanos. ¿Qué derecho tienen los personajes imaginarios de una
novela para inmiscuirse en la vida real?
Y eso no es todo.
Atestiguamos la muerte del personaje una y otra vez sin poder entender cómo es que sigue con
vida. ¡En serio! Tan cierto como si fuera el deseo ferviente de un creyente en la curiosa casualidad
de un ateo, porque Eusebio es ateo, es también protagonista de la novela del mismo autor, El
sacerdote ateo y esta, Lujuria en la sotana, su continuación.
Será trilogía.
Joe Barcala nació en Veracruz, puerto. Ha vivido en Puebla muchos años ya. No hay quinto malo,
porque Lujuria en la sotana es su quinta obra publicada. Tiene un interés por publicar contra lo
establecido, desmitificar historias que han sido materia de control humano. Quizá usted, no me
quiera creer, pero en verdad, disfrutará esta novela, sea ateo, agnóstico, católico o musulmán.