Cuenta la leyenda que muchas personas de Zacatlán vieron lo siguiente:
Pasada la media noche, llegaba al templo de San Francisco, de rodillas un hombre vestido a la usanza de la época de la Independencia, entraba aunque la puerta estuviese cerrada, oyéndose después sus lamentos y llantos en el interior del Convento. Y muy de madrugada, el hombre militar que había entrado de rodillas, salía muy compungido, con aire de arrepentimiento y desaparecía así como lo veían llegar.
Esta escena se repetía muchas veces y diversas gentes lo vieron, cundiendo la sorpresa y el espanto de las gentes.
Sigue contando la leyenda, que como a los diez años, una madrugada, el centinela vio pasar una sombra por la plaza del pueblo y le marcó el alto, a lo que la sombra le contestó “SOY EL BRIGADIER FRANCISCO OSORNO, ANDO PAGANDO MIS CRIMENES”.
El soldado lleno de espanto corrió a dar cuenta a sus jefes y como a los ocho días murió.
En vista de tales apariciones y tan seguidas, el cura párroco del lugar, para calmar las excitaciones del pueblo, usó el agua bendita y exorcismos por las calles y la plaza, y por los lugares por donde habían visto la sombra.
Ya no volvió a verse por ninguna parte el negro fantasma de Francisco Osorno.
Por este estilo se contaba en Chignahuapan, donde también había cometido sus desmanes.