Cuenta la leyenda y dice la tradición:
-Que en un pueblito cerca de la ciudad de Puebla había un convento de monjas, en los albores del siglo XVIII. En los terrenos aledaños al claustro se cultivaba en abundancia el «camotli».
Un día, una colegiala traviesa quiso divertirse a costa de la monja que había puesto en un anafre un caso u olla vacía, echando en ella un camote que encontró cerca, añadió azúcar y lo batió, con el objeto de hacer una pasta que -fastidiase- a la religiosa al lavar el utensilio. Llegó la monja medio olvidadiza, probó la pasta pegajosa (la «maldad» que le había hecho la colegiala), y le gustó… -Así nació el dulce del camote poblano, rico y único-.
La leyenda continúa: -Poco tiempo después, la monjita y la colegiala fueron trasladadas a Puebla, al Convento de Santa Clara, en donde lucieron sus habilidades y empezó la industria de su descubrimiento, y no era para menos, el camote poblano ha sido una golosina -dulcísima- y sabrosa de esta Puebla de los Ángeles-.
Resumen de: Los Camotes de Santa Clara. Domingo Couoh Vázquez. Revista Bohemia Poblana. 1950. Historia compendiada del Estado de Puebla. Enrique Cordero y T. / Imágenes de autoría a quienes corresponda.