¡Ay chalupas!, bendito tesoro que nos hace brillar dedos y corazón. No podríamos pensar en Puebla sin mencionarlas a ellas y su sabor que nos hace correr a la esquina a pedir tantas ordenes nos alcance. A pesar de que se han convertido el pan nuestro de cada día, pocos conocen verdaderamente su origen y orígenes. ¿tu lo sabes?
Bendito tesoro
Las chalupas, acotemos desde ahora, es uno de los antojitos más populares de todo México. Sin embargo, la manera de preparación varia de acuerdo con el lugar y región. En Puebla, nos jactamos en decir sin tapujos, que las nuestras son las mejores. Y es que tan solo pensar en la deliciosa salsa que cubre la pequeña tortilla, es un verdadero placer.
Y aunque existan mil y un historias sobre su origen, hemos reducido el génesis a unos pocos relatos que podrían ser la verdad. Algunos difunden con alegría que en el barrio de El Alto así como la Cruz, nacieron las chalupas. Y con ver la gran cantidad de viejos restaurantes a los alrededores, puede haber mucha razón en esto.
En uno de estos sitios, llamado La Abuelita, se dice que la primera propietaria, Severina Méndez, fue la responsable de dar inicio a esta leyenda culinaria. Los parientes de la fallecida protagonista dicen que Severina fue una niña a la que le entusiasmaba la cocina.
Solía ayudar a una tía que trabajaba en la casa de un doctor y en una ocasión, él pidió que se le prepara un sope pero con la tortilla más delgada y pequeña. Gracias a esta petición, Severina probó diversas combinaciones hasta que el doctor las aprobó. Con el tiempo, la excelente cocinera creció y logró abrir un puesto de comida en Paseo San Francisco, dando origen a las que hoy, todos comemos con placer.
Existe otra leyenda que afirma que las chalupas nacieron gracias a los frailes que vivían en Puebla. Se dice que los religiosos buscaban un alimento sencillo para degustar a cualquier hora, por lo que experimentaron con varios ingredientes hasta dar con la receta perfecta.