Por Andrés Campuzano
@andrescampuzano
Vivimos tiempos de incertidumbre, de retos. El COVID-19 ha cambiado nuestra forma de vivir y hasta la de morir, esto último lo escuche decir al dueño de una funeraria en Madrid, España durante una entrevista en la que destacaba lo cruel de esta enfermedad que no permite –por razones de evitar la propagación del virus- que se realicen servicios funerarios a las personas que han fallecido víctimas de esta enfermedad.
Estamos experimentando las consecuencias –irónicamente- del progreso de la tecnología; en un mundo tan conectado vía área, marítima y terrestre es imposible evitar la propagación de algún virus.
Nadie esperaba que estos índices de contagio, ni de defunciones se dieran fuera de China y, pero aún, muchos no creen en que el coronavirus sea real atribuyéndolo a una especie de complot gubernamental. El COVID-19 ha sacado lo mejor y lo peor de algunas personas, incluidos algunos políticos.
“El que quiera pensar que pasando por el túnel queda ya sanitizado y ya queda totalmente limpio, se estaría autoengañando; esa es la razón por la que no hemos puesto interés nosotros en poner túneles de esta naturaleza, son solamente asuntos de percepción, de esas cosas que se ponen para que la gente se sienta animada, por un mecanismo por donde pasa y se siente que recibe lluviecita de cloro”, aseveró el gobernador de Puebla Miguel Barbosa.
Más allá de un asunto de percepción o de empatía, las declaraciones del mandatario estatal en nada contribuyen a minar el miedo o la zozobra en un amplio sector de la sociedad que gobierna. Son tiempos que exigen liderazgo; de hacer un llamado a la unidad y a levantar el ánimo tan decaído.
La crisis por el coronavirus no se limita al espectro de la salud, también al económico. No se puede calcular los estragos que va a causar, pero sí que se puede ir recogiendo propuestas de los distintos sectores: empresarios, científicos, académicos y de la industria para crear un plan duradero que permita que salir en el menor tiempo posible del desastre que habrá.
Leía la opinión semanal de don Florencio Salazar Adame en la que subraya la vital necesidad de quedarse en casa para no contagiarnos o contagiar a otros, pues muchas personas pueden estar enfermos y no presentar síntomas.
“El coronavirus es un virus muy especial, aunque es bastante contagioso su mortalidad es baja. Esto quiere decir que del 100 por ciento de personas que se contagian del virus el 17 por ciento no va a tener ningún síntoma; tienen el virus, pero no se enferman, aunque si pueden trasmitírselo a otras personas. El 62.1 por ciento tendrán síntomas leves, como los de una gripa común, es decir, hay que cuidarse en casa y la libran sin ningún problema. Pero el 20 por ciento si pueden tener complicaciones que requieran atención médica e ir al hospital (adultos mayores los más vulnerables), y por desgracia de un 100 por ciento es probable que un 3.4 por ciento muera”, es un fragmento de la opinión intitulada Covid-19, el más contagioso.
En ella destaca que aunque existen enfermedades peores, como el cáncer, la diabetes, el Covid-19 es muy especial, debido a que tiene una alta tasa de contagio, y ejemplifica como alguien enfermo puede contagiar a tres personas, esas tres a otras 3 y así después de las 10 olas de contagio tendríamos a 59 mil 49 personas contagiadas, Salazar Adame insiste en como una persona enferma puede contagiar a casi 60 mil persona y que si todos siguen saliendo como si nada, la velocidad de transmisión del coronavirus será muy, muy rápida y aunque se junten todos los hospitales del país, aunque se adapten otras instalaciones como unidades médicas, aunque la Marina y el Ejército abran sus unidades de salud, no nos daremos abasto, lamenta Florencio Salazar y muchas personas no podrán ser atendidas y morirán, ese es el peligro mayor, agrega.
No descarto que muchas personas no pueden quedarse en sus casas debido a que viven al día, sus labores no se lo permiten, hay personas que si pueden hacerlo y han preferido hacer caso omiso a las medidas de prevención e incluso salieron de vacaciones.
Lo que hace patente que muchos van a enfermarse y otros probablemente morirán por la irresponsabilidad de otros. Hacer entender a quienes parece que no quieren hacerlo, es el principal reto.
¿No lo creen?